sábado, 16 de enero de 2016

Martín Fierro: el espejismo del ser nacional

Publicado en Litolítica, el último día del 2015 (31/12): http://litolitica.com/2015/12/31/martin-fierro-el-espejismo-del-ser-nacional/?blogsub=confirming#subscribe-blog

Durante el mes de mayo de 1913 el escritor Leopoldo Lugones dictó en el Teatro Odeón una serie de conferencias frente a la élite porteña que tres años después quedarían registradas en el libro “El payador”. En estas conferencias Lugones instauró al gaucho como arquetipo del ser nacional y al Martín Fierro de José Hernández como el poema épico nacional. Desde el vamos el Martín Fierro fue un escrito netamente político, tanto El gaucho Martín Fierro publicado en 1872 como “La vuelta” de 1879. Es necesario hacer un breve repaso de todas las operaciones políticas que hubo alrededor del poema, desde su publicación, hasta su instauración como poema épico nacional en 1913.

EL GAUCHO MARTÍN FIERRO Y LA VUELTA

Antes de insertarnos en las operaciones que instalaron al Martín Fierro como poema épico nacional, por una cuestión de orden, veamos brevemente el contexto en el que se publicó el Martín Fierro. “El gaucho Martín Fierro” se publicó en 1872, José Hernández, su autor, durante la presidencia de Sarmiento ejerció sistemáticamente la oposición, influenciado por Juan Bautista Alberdi, se pronunció en contra del servicio de fronteras.

En 1871 Hernández participó en la “rebelión federal” dirigida por Ricardo López Jordán en Entre Ríos, luego de la derrota se exilió en Brasil. Hernández se oponía a la idea sarmientina de que había que prescindir de los gauchos y exterminarlos, se oponía a incluirlos dentro de “la barbarie”. En 1872, Hernández volvió al país con el compromiso de no ejercer el periodismo, ese año publicó “El gaucho Martín Fierro”.

El filósofo y escritor José Pablo Feinmann opina que “El gaucho Martín Fierro” no es el poema de la rebelión gauchesca como se cree (afirma que paradójicamente es el “Facundo” el texto de la rebelión gauchesca), sino que relata la “pena de los gauchos”. “El gaucho Martín Fierro” comienza narrando su “pena extraordinaria”, su pena es haber sido reclutado para ir a pelear en la frontera con los indios y haber sufrido el arrebato de sus propiedades, su mujer y sus hijos. Además, como lo describen todos los análisis del poema, en el mismo se narra los sufrimientos y las injusticias por las que debe pasar el gaucho en su servicio en la frontera, a la vez que destaca el valor del gaucho. Todo esto tiene un claro objetivo, mostrar que el gaucho no debe ser enviado a la frontera  a morir en la lucha con los indios, que los gauchos deben ser incluidos (como mano de obra) en el sistema productivo, que nadie mejor que ellos para trabajar las tierras y las estancias. Hernández se opone a la idea de poblar el país con inmigrantes norteamericanos y europeos, porque “los gringos no saben ni montar un pingo”, tal como lo manifiesta en el poema. Hernández ridiculiza en el poema a los inmigrantes que Sarmiento defiende. Claro que ambos coinciden en poner del lado de la “barbarie” a los indios y a los negros.

Las intenciones de Hernández con este poema eran concientizar a las clases dominantes, a los intelectuales de su época, de que el gaucho era mucho más productivo trabajando en las estancias que muriendo en la frontera. De hecho, José Hernández escribe el poema pensando en lectores cultos, creyendo que lo leerían los intelectuales y los políticos de su época, sin embargo el Martín Fierro tuvo un gran arraigo entre los gauchos, estos se veían identificados con el héroe del poema y era recitado en todas las pulperías. Tengamos en cuenta este dato para cuando nos refiramos a “La vuelta del Martín Fierro”. Cabe aclarar que la literatura gauchesca siempre fue escrita por autores “doctos”, desde los “Cielitos patrióticos” de Bartolomé Hidalgo, pasando por Hilario Ascasubi, Luis Pérez, el Padre Castañeda, Estanislao del Campo, todos ellos hablaron en primera persona tratando de imitar el habla gaucha, todos ellos hablaron para el gaucho, sin serlo, con lo cual, desde sus orígenes la literatura gauchesca fue una herramienta de las clases dominantes para hablarle a “las masas” (para profundizar en este punto recomendamos el libro de Josefina Ludmer: El género gauchesco un tratado sobre la Patria). De hecho los gauchos, imitaban el lenguaje de los poemas escritos por los cultos en “lengua gauchesca” (ver El Martín Fierro de Jorge Luis Borges). Hernández, heredó todo este aparato, y aunque quiso llamar la atención de los intelectuales más que la de los gauchos, ocurrió lo contrario.

La vuelta del Martín Fierro se publicó en 1879, para ese entonces José Hernández era diputado por el Partido Autonomista y adhería a las ideas del presidente Nicolás Avellaneda (ya en 1875 se había pronunciado por su candidatura y en contra de la de Bartolomé Mitre). Por ello, entre el Martín Fierro y La vuelta, hay un giro ideológico importante. El gaucho ya había sido incorporado como mano de obra en las estancias, recordemos que los Hernández eran estancieros, es por eso que “La vuelta del Martín Fierro” es el poema de los consejos. Fierro encuentra a su hijo y al hijo de Cruz y le da una serie de consejos que son bastante distantes de aquel gaucho desertor y corajudo de la ida. Algunos de los consejos del Martín Fierro son: “hacete amigo del juez”, “debe trabajar el hombre para ganarse su pan”, el afamado y nunca bien utilizado “los hermanos sean unidos/ porque esa es la ley primera/ porque si entre ellos pelean/ los devoran los de ajuera”, o (anticipándose a las épocas más oscuras de nuestro país) el consejo final de “sepan que olvidar lo malo/ también es tener memoria”.

Tengamos en cuenta, que en la publicación de 1872 Hernández había escrito para los cultos, pero tuvo una gran repercusión entre los gauchos. En 1879, José Hernández sabía que su público (no lectores porque pocos sabían leer, el poema se transmitía de manera oral en los fogones) era el de los gauchos, gauchos que ya no existían en la forma en que Sarmiento los había descripto en el Facundo, estos gauchos ahora eran peones de estancia, con lo cual, Hernández escribió esta serie de consejos moralistas a los peones de estancia.

EL MITO FUNDACIONAL Y EL HÉROE GAUCHO

Durante los años anteriores al Centenario, el Martín Fierro era leído, las campañas de alfabetización y la escolarización por medio de la ley de educación de 1884, habían generado un campo para un público lector, sin embargo era un texto más, no era el “poema épico nacional” que sería después de 1913.

Los intelectuales del Centenario, Leopoldo Lugones, Ricardo Rojas, entre ellos, se enfrentaban a un problema que los liberales positivistas del ’80 no habían previsto. El fomento de la inmigración hizo que llegaran al país inmigrantes europeos que escapaban de las guerras, la pobreza y las persecuciones políticas en Europa. Lejos de ir a poblar el desierto, tal como era el plan original, muchos de ellos se instalaron en las ciudades. Estos inmigrantes no eran los que esperaban con las puertas abiertas, con muchos de ellos llegaron a nuestro territorio las reivindicaciones obreras, puesto que muchos de ellos eran anarquistas y socialistas, sin dudas este tipo de inmigración “indeseable” fue un “error de cálculo” de los liberales.

Por ello, para los intelectuales del Centenario, el desafío fue crear una “identidad nacional”. Influenciados por las ideas “arielistas” (ver “Ariel” del escritor uruguayo Enrique Rodó) en el cual aparece la idea de un hombre latinoamericano opuesto al cosmopolitismo estadounidense; las ideas nacionalistas que estaban en auge en toda Europa y una vuelta al hispanismo (que había sido desdeñado por sus antecesores), los intelectuales del Centenario comenzaron a bogar por encontrar la “esencia del ser nacional”. Ricardo Rojas y Leopoldo Lugones fueron las figuras más destacadas de este proceso (para este punto nos basamos y recomendamos leer el ensayo de Beatriz Sarlo y Carlos Altamirano: La Argentina del Centenario: campo intelectual, vida literaria y temas ideológicos, publicado en Hispamérica N°25-26, 1980). En la Universidad se funda la carrera de Letras y el director es Ricardo Rojas, proveniente de la burguesía de Santiago del Estero, este mismo escritor publica la primera “Historia de la Literatura argentina” y escribe algunos libros como “Eurindia”, en los cuales proclama que en el interior de nuestro país debemos buscar la “esencia del ser nacional”, en su pureza que no está contaminada por el cosmopolitismo porteño (léase por las ideas subversivas de los inmigrantes anarquistas y socialistas). Pero sin dudas, el gran operador es Leopoldo Lugones.

En 1913, Leopoldo Lugones, frente a la élite y la clase dirigente porteña dicta una serie de conferencias en las cuales determina qué es “ser argentino” y qué no. Ahí, es donde elige como figura central al gaucho y por ende como héroe nacional al Martín Fierro. Es el Martín Fierro el que simbólicamente viene a combatir contra esos inmigrantes indeseados. Toda su fundamentación por la cual instaura al Martín Fierro como poema épico nacional surge de esas conferencias, que se publicarían en 1916 en su libro El payador.

 Es en ese entonces y tras esa operación política por la que el poema de Hernández toma la dimensión épica que hoy conocemos. Sólo por citar algunos pocos ejemplos, en ese libro manifiesta que “El gaucho fue el único civilizador de la Pampa”, asimismo trata de describir “el modo en que empezó a formarse la sub-raza de transición tipificada por el gaucho”, y narra las proezas del gaucho en la guerra de la independencia y la guerra civil: “La guerra de la independencia que nos emancipó; la guerra civil que nos constituyó; la guerra con los indios que suprimió la barbarie en la totalidad del territorio…” Leopoldo Lugones, pone al gaucho como hijo del español y de la pampa (el negro y el indio, siempre quedan fuera de la construcción del ser nacional, siguen siendo la barbarie) y defiende que el gaucho murió peleando por la libertad y la civilización, por tanto el país le debe un reconocimiento al gaucho extinto, es el gaucho el arquetipo del “ser nacional” que se estaba buscando, ahí hay que encontrar nuestra esencia y por ello, el Martín Fierro (que además ensalza su virtudes literarias comparándolo con los poemas homéricos y con todos los poemas épicos del mundo) es nuestro héroe nacional, es el que viene a combatir “espiritualmente” contra la contaminación que produjo la inmigración,

 En la conformación de la identidad nacional era necesario encontrar un héroe que resuma el espíritu del “ser nacional”, alguien que no sea un peligro, si antes la barbarie eran los gauchos y la civilización vendría con la inmigración, ahora que el gaucho como tal dejó de existir y ya no es un peligro pero en cambio la inmigración y sobre todo sus ideas sí lo son, cambia la configuración “civilización-barbarie”, el valor ahora está puesto en la “pureza” de la gente del campo, pureza que como citamos antes fundó la Patria y esta le debe un homenaje y ese homenaje es instaurarlo como arquetipo nacional, arquetipo que combata la impureza del inmigrante, es por eso que Lugones supo encontrar ese héroe que fundamente el mito fundacional de la identidad argentina en el Martín Fierro y en el poema de José Hernández “nuestro poema épico nacional”.


Por Pablo Piris

No hay comentarios:

Publicar un comentario