martes, 30 de diciembre de 2014

Ramón Navarro: "Soy un eslabón más de una cadena muy grande que viene de mucho tiempo atrás"

Nota realizada en agosto del 2011, en el domicilio de Ramón Navarro en "Capital". Publicada por esa fecha en "Raíces del Folklore" y rescatada milagrosamente del blog "Boliche Pulpería".

En los patios de la casa vieja, la casa de Chuquis, donde transcurrió su infancia y su adolescencia, Ramón Navarro se formó entre tinkunaco y chayas: chayas de los pobres, chayitas de vidaleros y vidalitas del viento; entre remolinos de coplas del valle y pájaros de luz iluminados por la lunita pirquinera que teñía su pueblo azul y así fue forjando su espíritu artístico con esas cosas que él tanto amaba y ama de su Rioja escondida, y que han dado como fruto un importante aporte a la cultura popular. Este año, y como merecida recompensa a su extensa trayectoria - que incluye once años en Los Cantores de Quilla Huasi - a tantos años de andar caminos, Ramón Navarro grabó "Los Encuentros" un disco doble en donde el riojano se encuentra nuevamente con todas estas obras y con una gran cantidad de artistas que lo acompañan, como lo acompañaron en todos estos años, en esta nueva ofrenda al público.

Hablar de Ramón Navarro, es hablar de una de las personalidades que más han aportado a nuestra cultura popular, podemos recorrer sus obras y encontrarnos con "Patios de la casa vieja", "Coplas del Valle", "Mi pueblo azul", "Chaya de los pobres", "Chayita del vidalero", "Zamba del cercador", entre tantas otras, para reconocer rápidamente la importancia de su figura. 

Integrante de los Cantores de los Quilla Huasi, creador de la "Cantata Riojana" junto al poeta Héctor David Gatica, sus huellas quedan marcadas y compartidas con hombres como Ariel Ferraro, Ernesto Cabeza, José Oyola, Juan Falú y tantos otros trascendentes poetas y músicos. Hablar con Ramón Navarro, es darse el lujo de poder entrar y explorar todo ese universo, esa historia, ese paisaje y camino que trazó y que invita generosamente a compartir. Por medio de "Los Encuentros", una placa doble en donde Ramón Navarro grabó sus grandes composiciones junto a numerosos artistas, la invitación a ingresar a ese mundo se abre a todo el público a través de la música y del arte del disco.

- ¿Cómo nació esta idea de "Los encuentros"?
Hace un tiempo atrás hablando con mi amigo (Héctor David) Gatica me decía “che Ramón no será hora que vamos cerrando ya”, no sé a que se refería con "cerrando" pero él había tenido la idea y que luego realizó de hacer sus obras completas: “Obras completas de David Gatica” una maravilla, y digo "está bien... me sugirió una idea linda David", voy a ver si de a poquito voy viendo los temas, juntando las canciones, mirando algunas que han tenido un camino ya hecho con otras grabaciones y empezar a hablar con la gente que tenía más cerca en ese momento que eran Oscarcito Alem, Juan Falú, Laurita Albarracín, Suna Rocha. Poco a poco en el andar de la cosa se fueron sumando y sumando armoniosamente y afortunadamente una cantidad de gente que está toda ahí y es extraordinario, por eso llevó tanto tiempo hacerlo, cuatro años llevó grabarlo, entre otras cosas porque dependía de los horarios que tenían los invitados, combinar los horarios de estudio y todas esas cosas, son trabajos muy elaborados.

Los invitados a participar de "los encuentros" son muchísimos, por solo nombrar a algunos encontramos a Héctor David Gatica, Damián Sánchez, Juan Falú, Monchi Navarro, su hijo Ramón Navarro, Roberto Palmer, Oscar Alem, Luis Salinas, Pancho Cabral, Lilian Saba, Raúl Carnota y una extensa lista de invitados que continúa, "destacó sobre todo no tanto la cantidad sino la calidad de toda la gente que está ahí, gente que yo admiro mucho y quiero mucho. Para mi es un orgullo, es un honor tener esa compañía, esa actitud generosa que han llegado a grabar, cantar, tocar la guitarra a sentir conmigo las canciones, a cantarlas, a decirlas. Para  mi es un trabajo que deseaba mucho tenerlo y está completo"

Esos encuentros se fueron dando de distintas maneras, algunos llevaron un trabajo de armado importante: "hay un trabajo que es con Damián Sánchez, de una obra que compusimos con Damián, yo he hecho la letra y el le puso la música es una vidala chayera referida a un río que hay en Vinchina en el oeste riojano, que le pusimos el “Bermejo toro de lluvia” porque es un río que crece cuando llueve solamente, pero crece bravamente, además trae un sedimento colorado, rojo de las gredas que hay más arriba en Valle Hermoso, Jaguey por ahí en la Pre Cordillera y cuando viene el río pone coloradita toda la tierra, riega los maizales, los zapallales todo queda con la tierrita colorada del color del agua del río, asi que Damián hizo un arreglo coral extraordinario y lo grabamos con el Coro de las Américas, me ayudó a cantar también Raúl Carnota y tocó los teclados Santiago Alvarado y en la percusión está Rubén Lobo, de a poquito fuimos armando todo eso. Te imaginás lo que lleva todo eso que te digo, armar, estudiar,  ensayar, grabar".

Otros encuentros fueron más "casuales": "un día nos encontramos de casualidad con Silvina Garré y Diego Clemente y Diego me dice “como anda tu disco Ramón” y yo por hacer una broma le digo “faltan ustedes dos” y ahí nomás ella dijo “Yo quiero estar” y entonces le di tres temas que quedaban sin grabar para que ella eligiera y eligió Leopoldo Silencio”.

- ¿El resto de los invitados y las canciones correspondientes para cada uno como los fue deliberando?
Algunas son composiciones en conjunto, es el caso de Damián Sánchez, de Juan Falú que habíamos compuesto una zamba en homenaje a Chito Zeballos y otra chaya que tenía música de hace muchos años de Juan y me había pedido que yo le ponga la letra para cantarla. Pasó igual con Oscarcito Alem, que el escribió la música de un tango y yo le puse la letra y después la música de una huella que yo le puse la letra y esos dos temas los cantó Laurita Albarracín. Las otras cosas por ahí han sido en el momento de grabarlas más directas y más sencillas porque nos juntamos por ejemplo en una oportunidad con Luis Salinas y Ligia Piro directamente en el estudio, Ligia ya había estudiado la obra que iba a cantar que no es su género habitual el folklore, asi que nos juntamos, le leí la copla que yo iba a decir en el medio mientras venía la introducción y me dice Ligia, por favor porque no cantas y hacemos todo junto, entonces hicimos eso grabamos todo junto.

- Mi Pueblo Azul está incluida al final de cada disco con dos versiones diferentes ¿Le sucede algo especial con esa canción?
No hay nada especial, se dio la casualidad que había una versión de León Gieco que él con toda generosidad me dejó grabarla. Yo le pregunté si podía poner su versión en mi disco y me respondió “por favor toda la obra es tuya”, entonces puse un recitado de un poema de Ariel Ferraro que es lo que va antes de la canción y después viene el tema grabado por León Gieco. Tiempo antes me habían mandado de España una grabación que hizo el andaluz Rafael de Utrera, que lo grabó con toda la onda de bulería. El había estado en una oportunidad en Buenos Aires y estuvimos una noche comiendo, tomando unos vinos y cantando y el escuchó esa versión, la cantó ahí "a capela" y le gustó mucho. A mi me parecía muy interesante ver como una canción que habla de mi pueblo él la sentía identificada en su pueblo, entonces hizo la grabación allá, me la mandó con Fernando mi hijo y la puse en el disco, tenía que hacer esa articulación entre los dos temas y los pusé en el final del primer disco y en el final del segundo.

- Como con Patios de la casa vieja, un tema con el que tanta gente se vio reflejada…
Es el milagro que pasa con esas canciones que no es lo que uno se propone cuando escribe. Luego evidentemente cuando la zamba empezó a caminar, me he encontrado con mucha gente que me decía “Ramón usted ha pintado mi casa”... y claro, las casas provincianas tienen esas cosas muy parecidas: limonero, geranio, la morera, jazminero, no es raro que haya eso. Patios de la casa vieja se la pasé a Ernesto Cabeza en un encuentro de esos que teníamos muchos y seguido. Fue una canción que la había escrito para guardar la memoria de mi casa, porque ya se iba, la perdimos, se había vendido la casa, no está más la casa esa en La Rioja y yo le escribí unas coplitas para guardar ese recuerdo de la casa de mi infancia, mi adolescencia de toda la vida. Después al poco tiempo le arrime la música, y después varias cositas, no salió así de golpe la música.

- ¿Había imaginado cuando componía que muchas de sus obras iban a quedar tan marcadas en el cancionero argentino por tanto tiempo?
Son destinos que tienen las canciones, uno nunca sabe el destino que tiene una canción, es como el de una persona, es absolutamente azaroso, si supiéramos como hacer para que una canción sea éxito todos los días estaríamos escribiendo un éxito. Es una cosa muy casual, muy afortunada, no se como llamarla. Una vez que uno suelta la canción toma su propio vuelo y ya no es más de uno.

- ¿Cuándo se dio cuenta lo importante que usted es para el cancionero folklórico?
Yo no se si soy importante. Creo que soy un eslabón más de una cadena muy grande que viene de mucho tiempo atrás, un eslabón que se enamoró de esto, que encontró en esto una manera de nombrar sus cosas, su tierra, sus memorias, sus recuerdos, la infancia, la adolescencia, las vidalas, los chayeros cantando de a caballo las coplas en carnaval, todas esas cosas que se amontonan en el recuerdo de uno y después uno lo va re-descubriendo lo va a lo mejor cambiando, mejorando, adornándolo, el recuerdo pasa a ser el recuerdo de un recuerdo y al final se convierte en una canción que es lo que pasó con Mi pueblo azul.  A lo mejor si vos vas por mi pueblo no lo ves de ese color, lo ves de otro color, pero yo lo veía azul.

- ¿Con qué personas que ya no están le hubiese gustado plasmar un encuentro en el disco?
Hay muchos. Con el gallego Ernesto (Cabeza). Él era un tipo que no era muy hablador, lo contrario de Juan Carlos (Saravia) que se habla todo. A lo mejor me hubiese gustado hacer un disco con Ernesto tocaba muy bien la guitarra, le gustaba el flamenco, la música española... por algo le decían el gallego. También me hubiera gustado hacer un disco con Chito Zeballos, y todavía estamos a tiempo de hacerlo con Pancho Cabral. En este disco hay versiones de Pancho y Juan Carlos Soria, gran estudioso del folklore, cantor y compositor. Habia una zambita que andaba dando vueltas por ahí, que había escrito para Sanagasta, que se llama “Valle Salamanca”, está la guitarra de Luisito Chazarreta y cantamos con Pancho con el "Pelau" Soria, hay un bombito que pone Ramoncito mi hijo.

Los encuentros sintetizan, por decirlo de alguna manera, las personas y canciones que han acompañado a Ramón Navarro durante toda su carrera, pero para encontrar el punto de partida de este camino andado Ramón se remonta a Chuquis, el pueblo de su infancia y adolescencia: "yo nací en la capital de La Rioja, pero Chuquis es la querencia de toda mi infancia y toda mi adolescencia, ahí creo que está el germen de absolutamente todas mis canciones.  Todos los veranos de mi infancia, las patas adentro de las acequias, garroteando los nogales, el olor de los yuyitos de campo del poleo, del cedrón, del romero, ir a cortar alfalfa para echarle a los animales, todas esas cosas las aprendí ahí."

Eso es lo que vino con Ramón a Buenos Aires: "vine a Buenos Aires con 20 años, empecé a cantar en un conjunto que había para danza de Alberto Castelar, entrañable amigo, gran persona y muy buen pianista. Cantábamos en las peñas, en ese momento había muchas peñas exclusivamente de baile folklórico y la gente salía a bailar todas las danza asiduamente, esto es años ’60 por ahí, ya asomaba esa década buenísima." Luego vino la oportunidad para Ramón de ser la voz de la obra "Los Caudillos" de Ariel Ramírez y Félix Luna, y más tarde su experiencia de once años con Los Cantores de Quilla Huasi. "Los Quilla han sido para mi un momento artístico sumamente importante. Empecé justo con un viaje con Yupanqui… después no dejamos de viajar: Argentina de punta a punta, todos los lugares habidos y por haber y después por el resto del mundo, Japón dos veces, en aquellos años salir del país no era tan habitual y tan accesible por llamarlo así, era bastante difícil ir al exterior. Esos once años que yo pase por los Quilla Huasi fueron fantásticos. Además fue un enriquecimiento personal mío humano, y ver de que manera y de que forma vos te sentís apoyado en el escenario, no somos cuatro, cuando estas cantando una chaya acá hay un montón de gente de pueblo que esta acompañándote en ese momento, así te sentís, representando una cosa popular fuerte de Argentina y como transmitís eso con gente que no entiende el idioma, y sin embargo, la fuerza de la obra hace que penetre en el corazón de ellos."

RECUERDOS DE MOMENTOS Y AMISTADES
Ramón Navarro comenta que tuvo la gracia de vivir en una época donde se apreciaba mucho el folklore que arrastraba mucho público y mucha juventud, recuerda los '60 como un gran momento para nuestra cultura: "En ese momento había como un auge tremendo. Yo me perdi del ’61 al ’64 estuve viviendo en Venezuela. Cuando volví me encontré con que el folklore estaba de auge total, las canciones mías las cantaban Los Trovadores, en aquellos años grabaron Chayita del vidalero y eso para mi era una carta de presentación fuertísima. Había en ese momento una peña en Bs. As. Que se llamaba “La Tribu” de los Farías Gómez, don Enrique y Pocha Barros. Ahí yo conocí a Mercedes Sosa, absolutamente ignota todavía, yo decía como puede ser esa voz y pregunte quien era, quede admirado y me dijeron que era una chica tucumana y eran los encuentros ahí. Asi empezó mi relación con los folkloristas de renombre y otros que todavía eran por ser…"

Ramón Navarro recuerda con mucha alegría los momentos compartidos fuera del escenario y en el escenario mismo con los amigos que le dio el arte. "en aquellos años había muchos encuentros, yo era muy amigo con Ernesto Cabeza, vivíamos muy cerca y siempre me decía “Ramón como andás para un locrito” y me iba para la casa de él y empezábamos a guitarrear. Él tenía una piecita nos juntábamos a tocar la guitarra, el tomaba ginebra y yo tomaba vino. Muchísimas cosas mías que grabaron Los Chalchaleros fueron asi, transmitidas en esos encuentros, en esos momentos"  Recordando a Mercedes Sosa, Ramón agrega: "mirá que suerte la mía, me toco estar cuando Cafrune la invito a Mercedes a Cosquin. Cafrune tenia que cantar tres canciones y a Mercedes el festival no la dejaba porque no la conocían y Jorge que era un tipo muy generoso le dijo Mercedes vos quedate ahí cerquita, yo voy a cantar y te invito a cantar a vos, eso si no te acompaño porque no se que vas a cantar yo solo se tocar las cosas mías, entonces Mercedes subió con el bombo y no sabes lo que fue, te emocionaba, la plaza que se venia abajo. Era una época donde abajo estaban todos los representantes discográficos, Cosquin tenia una repercusión fuerte en el disco, inmediatamente le hicieron contrato, grabar y fue lo que fue Mercedes, tenia que ser de cualquier manera porque un talento así no lo paras de ninguna manera, un talento desbordante, es la voz mas maravillosa que escuche."

Otro de los personajes que Ramón Navarro recuerda con gran cariño es a Don Atahualpa Yupanqui, con quién le tocó compartir su primera gira por Europa con Los Quilla Huasi justo en el momento en el que recién ingresaba al conjunto: "Cuando yo entre a los Quilla Huasi en el año 1970 la primera gira que el conjunto hizo en el exterior fue esa e invitados por Yupanqui. Fuimos a cantar con él a Madrid y a París. Al revés de lo que hacen muchos, él cantaba primero y después con gente que le pedía muchos bises – Yupanqui era dios en España y Francia – nos presentaba y salíamos a cantar. En París vivíamos en una casa que tenia dos o tres pisos, todo por escalera no había ascensor; en el primer piso estábamos nosotros, en el segundo piso estaba Yupanqui y todas las mañanas tempranito el nos decía "vengan aca que tengo unos matecitos". Yo iba a las 8 de la mañana, le tocaba la puerta, entraba y ya estaba escribiendo cartas, contestando a todo el mundo, se pasaba por lo menos tres horas escribiendo cartas a la mañana temprano. Después nos juntábamos en la mesa a comer un quesito y a tomar un vinito." De esos encuentros, Ramón recuerda uno de manera muy especial: "Yupanqui había estado en Chuquis en casa de don Aurelio Ortiz un paisano muy querido, y le digo “usted ha escrito don Ata hace años unas coplas para un chayero que se llama Manuel Simplituca", entonces sale un rato de sí y dice "paisano déjeme tomar este vinito ya me voy a acordar"... me dijo todo el poema de memoria, que increíble y eso que no le había puesto música el, porque si vos lo cantas es mas fácil de acordarte, ese poema se llama “A Manuel Simplituca”.

Por supuesto habla también de Ariel Ferraro, poeta riojano a quién junto con su hijo Ramoncito grabaron un disco con obras de él y con Ariel Ferraro de Gatica, Paredes, Eloy López y otros poetas riojanos, mientras se reconoce un lector de las obras completas de Manuel J. Castilla y recomienda que leamos por favor al escritor riojano Daniel Moyano de quién confiesa que está leyendo un libro de él (tres golpes de timbal) por cuarta vez: "de Ariel Ferraro gusta la profundidad de su poesía y lo metafórico sin ser demasiado cerrado, es sumamente simple a la hora de escribir sus cosas; no solamente ha ido y entrado en la descripción del paisaje sino también en la hondura del hombre, su problemática, sus cuestiones sociales, todo en eso me atrae, como Gatica también. Habia un autor muy importante Jose Paredes con quien pienso en algún momento hacer alguna cosa con la obra de el, no esta mas entre nosotros. Otro poeta muy bueno en La Rioja fue Eloy Lopez, con el he compuesto un par de canciones."

Los recuerdos se extienden, varias personas entran en la charla. Ramón cuenta con alegría que tiene 12 bisnietos, que sus hijos y nietos también han hecho un importante camino en lo artístico, por eso no escatima elogios para su hijo Ramoncito Navarro y para sus nietos, comenta alegre que el conjunto que integra uno de sus nietos "La Surca" será telonero de Silvio Rodríguez en el Estadio de Ferro cuando el trovador cubano visite en noviembre la Argentina. Converador, se lo ve feliz con este trabajo, de haberlo compartido en el proceso de producción con tantos amigos y de poder compartir a través del disco su historia con toda la gente y dejar que esas canciones, que ya nos son propias, sigan viajando y remontando el tiempo.

Por Pablito Piris
Foto: Eduardo Fisicaro

 Agradecimientos: Silvia Majul y Norberto Passera (por compartir el encuentro y ser parte de estas charlas que testimoniamos en la nota)

Pocho Roch, la palabra del alma

Entrevista realizada a la hora de la "oración" un 4 de noviembre del 2011, en su casa de Corrientes. Publicada algunos días después en el sitio "Raíces del Folklore"

En 1939, un 15 de abril, en Itatí, provincia de Corrientes, nacía Gonzalo del Corazón de Jesús Roch, o simplemente Pocho Roch. Poeta, autor, compositor e investigador. Varias de sus obras son conocidas como "Voy mariscando", "Palabras a Itatí" y por caso la más "famosa" de todas: "Pueblero de Alla Ité". Sus primeros años los pasó en el Paraje Ypacareí, este ambiente fue el que marcó su destino de compositor e investigador, según cuenta. Sus aportes a la cultura correntina y argentina han sido motivo de charlas y programas culturales y escolares. También le valieron distinciones y un Doctorado Honoris Causa en la Universidad del Noreste. El inmenso archivo y la extensa bibliografía y documentación en todo tipo de formatos que atesora en su casa de Corrientes son testimonio de tanto trabajo. A sus 72 años, Pocho sigue con proyectos, "es mi vocación y nada me puede hacer más feliz que hacer las cosas para las cuales he nacido y vivo". Su filosofía y por tanto la de sus obras, se encuadran en sus experiencias, los paisajes, las culturas ancestrales guaraníes y la influencia franciscana.

En el living de su actual casa en la Ciudad de Corrientes, Pocho tiene colgados unos cuantos diplomas, aunque les resta importancia. Se ven un Título Doctorado Honoris Causa que le fuera otorgado en el 2001 por la Universidad Nacional del Noreste por su aporte a la cultura a través de sus investigaciones y sus publicaciones; o un Diploma de Honor que fuera entregado por la Cámara de Senadores de la Nación por el mismo motivo. También un cuadro pintado con su rostro es parte de la decoración, "ese cuadro lo pintó una persona que  yo no conocía, pero que un día llegó a mi casa y me lo regaló, porque decía que mis canciones lo inspiraban". 

El resto de su casa es un gran archivo. Las paredes prácticamente no se ven, están tapadas por estanterías enteras de cajas con libros, papeles, fotocopias, video tapes, cassettes y discos. Separados por tema se leen algunos rótulos: "mate", "diccionarios guaraníes", "música jesuita", "diccionarios de castellano", "grabaciones inéditas", entre tantos otros. Un gran archivo que ocupa varios ambientes de su casa. En el más visible de ellos, pegado al living, hay una computadora y un equipo de música. En la boca de la impresora que está al lado de computadora, hay una hoja impresa con la letra de una canción. 

Pocho cuenta sus más recientes proyectos, historias de su pueblo, de su andar y de la Virgen de Itatí "y mejor no te cuento como llegó la Virgen al pueblo porque no me lo vas a querer creer..." dice con orgullo luego de explicar el origen de la imagen tan venerada en el litoral. Acto seguido, a modo de bibliotecario comienza un recorrido guiado por todo su extenso archivo. 

Tanto interés por la cultura y tanto ahínco en descubrir las raíces correntinas y guaraníes tienen un origen en su niñez. Sus primeros 8 años, Pocho los pasó en el campo, en el Paraje Yacareí, llegó a ese sitio porque su padre era maestro. Allí convivió de pequeño con las costumbres de sus paisanos, por lo que conoció el idioma "Avé Ñeé" lo cual le generó su profundo interés por la cultura guaraní correntina. Este antecedente es fundamental en su vocación, mediante la cual recopiló una enorme cantidad material de folklorología, musicología, historia, música, canto, danza, etc., ese mismo material que se atestigua en las estanterías que recubren el interior de su domicilio.

El chamamé, fue la música con la que se crió, pero también cuenta que de pequeño le enseñaron a tocar el órgano en una Iglesia donde se tocaba música franciscana. Tal vez eso fue lo que también lo motivo a investigar aspectos de la cultura guaranítica-franciscana, las costumbres, la sociedad y por supuesto la música. 

En sus escritos y por medio de sus investigaciones, Pocho Roch, asegura que la palabra chamamé es de indudable origen guaraní. Explica que etimológicamente la palabra chamamé viene de "Chá": contracción de che (mi); "Á" (alma); "Amá" (lluvia) y "Mé" (estar), por lo que de acuerdo con la antigua manera de traducir los pensamientos de derecha a izquierda "Chamamé" significa "Estar en la lluvia con el alma". Una palabra que encuentra su origen en las ancestrales danzas rituales de los guaraníes. También Pocho afirma que el chamamé desde la época de las misiones jesuíticas, dejó de ser un "Rezo-Danza" para convertirse en "una danza de recreación".

Todas estas investigaciones tienen mucho que ver con su propia historia que combina interesantes aristas. Pocho Roch es Hermano Franciscano y además un autodidacta que se interesó mucho en las culturas guaraníes precolombinas y en toda esa historia que el mismo llama "la otra historia, la que no se cuenta de la conquista, en la que se hicieron las más atroces barbaridades". Con todo esto, Pocho está muy seguro de haber hallado su vocación, "no hay nada más feliz que hacer lo que a uno le gusta, que vivir para lo que uno ama". 

Profundamente espiritual, entiende a la palabra y a la música como lenguajes que conectan al ser humano con Dios. De hecho, todo esto también tiene sus raíces en la religión guaraní que dice que lo primero que Dios creó fue el lenguaje "Neé" o "Neëng": "porción divina del alma" o "palabra-alma". Por eso Pocho comparte que los guaraníes no tenían escritura porque no era necesaria: la palabra era la expresión del alma, lo era todo. El mismo dice "si fuera por mí no hubiese escrito todo esto, la palabra basta, es importantísima, pero hay que dejar un registro de todo, porque me lo piden y porque es importante también".

Con la música a Pocho le pasa lo mismo. Entiende a la música como la unión de los dos bienes sonoros esenciales "la palabra y la melodía". Por esa misma razón es que dice "así como a mi me gusta que hablen pausado para que cada palabra tenga su valor y se entienda claramente la expresión del alma, con la música es exactamente igual. Cada nota tiene que sentirse, tiene que escucharse, pausada, sensible. El chamamé es eso, por algo su origen de danza sagrada. No creo que el chamamé ni ningún otro tipo de música sea una cuestión para lucirse. A veces veo que los conjuntos de chamamé o algunos acordeonistas pareciera que compiten para ver quién digita más rápido, para mí no es eso, para eso que hagan directamente una competencia a ver quien digita mas notas en un minuto".

Incansable, compuso y escribió música y libros para varios proyectos culturales, muchos de ellos reconocidos y otros que no prosperaron, por eso hay como un cierto descrédito por parte de Pocho ante cualquier gestión cultural, aunque sigue con sus trabajos para que queden como un aporte al pueblo. Igualmente, con su doctorado Honoris Causa ha sido reconocido por la UNNE, aunque con sorprendente humildad dice "eso es solo una parte, es decir lo que se estudia en la Universidad que es muy importante es solo una parte de la historia, hay muchos lugares de donde aprender y por donde difundir estos conocimientos." Sus charlas con apoyo audiovisual que dicta desde hace varios años son una poción de ese aporte del que habla.

Revisando su historia personal hay algunos hechos que apuntalaron su ineludible destino.  Pocho cofundó en 1955, a la edad de 16 años, la Orquesta del Colegio Nacional y el Conjunto "Los Ruiseñores". En 1957 la Editora musical Río Paraná edita por primera vez un chamamé suyo "Cheta Peguara". En 1971 junto con Marily Morales Segovia una obra integral de canciones infantiles que se título "Gurisada". Ese año también se graba por primera vez un chamamé de su autoría, es "Maleta Tuichá" y se grabó con la voz de Daniel Toro. 

Su obra consta de más de 5300 canciones y melodías de ritmos correntinos (aunque en su casa aún hay cassettes con canciones inéditas) , compuso 34 obras integrales que son testimonio de su tierra, sus paisajes, sus creencias y su filosofía. Otro gran aporte para difundir sus trabajos fue su programa radial "De allí Ité" que tuvo más de 26 años de permanencia en la Radio Provincia de Corrientes.

Hoy en día Pocho no se queda quieto. Sigue investigando, afirma que está armando publicaciones que tienen que ver con la cultura güaraní en Corrientes, la influencia franciscana en esa cultura y con el chamamé, también con su pueblo natal Itatí. Además está a punto de editar algunos discos con nuevas canciones, el cual nos hace escuchar en su equipo de música, mientras comenta tema por tema y cuenta el por qué de cada nombre. Asegura que "una vez lanzado irá directamente a la internet para que llegué directamente al pueblo" con quien lo quiere compartir, aunque a su vez confiesa que no tiene correo electrónico porque no sabe manejarlo aún. También reconoce que entre sus futuros planes quiere componer "música instrumental de meditación, música para ayudar a orar".

Pocho Roch, es sin duda alguna un hito de la cultura correntina, pero por sobre todo un exponente de la  de eso que el llama "palabra-alma". Su filosofía plasmada desde su sensibilidad en sus obras son el testimonio fiel de ese lenguaje que explica que nace desde adentro, que tiene un origen en nuestras raíces, que se nutre del contacto con el ambiente en el cual nos toca vivir, de la comunicación con los demás y de su creencia en Dios. El gran mérito es que en su obra y en sus palabras existe esa coherencia; virtud que no abunda.


Por Pablito Piris

Aledo Luis Meloni, la palabra del Chaco

Entrevista realizada en la casa de Aledo, el 4 de noviembre de 2011, una tarde de mucho calor en Resistencia. Publicada en Raíces del Folklore y rescatada del olvido en www.pinedo.gov.ar

"Periodista, usted eligió una buena profesión. Somos colegas." dice Aledo Luis Meloni, uno de los más reconocidos poetas y escritores de Chaco. Sus versos y sus coplas se han esparcido por todo el país.

Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional del Noreste, pregunta: "¿Y usted no escribe?". Ante la respuesta de que falta mucho por aprender y que si bien sería un gusto hacerlo, la realidad dista de aquella posibilidad, el escritor de 98 años (próximo a cumplir 99 -hoy cumple 100) interrumpe y dice: "Yo escribí mi primer libro a los 53 años, así que tiene tiempo", aunque después se sincera y aclara: "en realidad escribo poemas desde los 16 años, pero toda la primera parte de mi escritura fue muy adolescente, entonces deseché aquellos primeros escritos y luego me dediqué al hombre y al paisaje a través de la poesía y la copla."

Aledo Luis Meloni nació un 1º de agosto de 1912, en la Estación María Lucila, provincia de Buenos Aires - "una estación del viejo Ferrocarril Midland, ya no existe más, entre las tantas barbaridades que se hicieron, una de ellas fue terminar con los ferrocarriles" - explica. Aclara que fue anotado en Bolívar un 12 de agosto, pero que lo verídico es lo que él cuenta. Por eso afirma que el destino de escribir coplas ya estaba marcado desde antes de llegar al mundo "nací el día de la Pachamama, no podía hacer otra cosa". Aledo continúa explicando: "Las coplas parecen algo exclusivo de la montaña, usted fíjese que en la llanura no se dicen coplas, que son sencillas, que en pocas palabras se expresan ideas. Las coplas del noroeste son bellísimas, allí hay muchas rondas de bagualeras, eso a mi me llamó la atención y me gustó oírlas, leerlas y me animé a escribirlas."

Meloni fue maestro, estudió en Buenos Aires y se recibió. Como no conseguía trabajo de su profesión, fue al Consejo Nacional de Educación en reiteradas ocasiones, y según cuenta en uno de sus últimos libros "Tal Cual (Relatos)", de marzo de 2010, cuando el secretario Sr. Ovejero le preguntó donde quiere ir, Meloni le respondió "De la Cordillera de Los Andes al Atlántico y de Jujuy a Tierra del Fuego me da lo mismo, no tengo preferencias". Así fue como llegó su nombramiento y fue a parar a un paraje cerca de General Pinedo, en la provincia de Chaco: Campo del Cielo. 

Allí llegó un 27 de junio de 1937. En pleno monte y con largas sequías, a 17 km. del pueblo de Pinedo, comenzó su tarea como maestro de escuela primaria junto a su esposa, la escuela actualmente lleva su nombre "Aledo Luis Meloni". "Era duro, pero fue una tarea muy linda, no teníamos problemas con los chicos y los padres colaboraban mucho" recuerda Aledo. 

También cuenta que la mayoría de los chicos era descendiente de familias venidas desde Europa Oriental y no sabían hablar en castellano, por lo que "tenía que enseñarles el idioma desde cero".

Tras desempeñarse durante 25 años como maestro rural, se dedicó al periodismo: "es la profesión que más me gusta. También me agrada mucho ser maestro, pero más me gustó el periodismo". Como periodista trabajó también 25 años, escribió en diarios de la región como el ya desaparecido "El Territorio" de Chaco y en el diario "La Prensa", el más conocido en aquel entonces en esa provincia, redactó más de diez mil fichas del periodo 1869-1912 con información sobre Chaco, Formosa y Misiones. "Fichar fue un gran trabajo, se aprendía mucho mientras se hacía, imagínese, leía de todo". En ese diario se dedicó también a la crítica de libros, muchas de ellas quedaron registradas en su libro "A cada cual lo suyo". 

Entre sus escritores preferidos aparecen en primer lugar el poeta español Antonio Machado "lo leí por primera vez de casualidad en un diario y dije esto me gusta, esto es lo que quiero yo y leí mucho de él, en el monte tenía tiempo de sobra para leer". Otro de sus favoritos es Horacio Quiroga, sobre él escribió el libro "Cuentos de la llanura y el monte chaqueño", una investigación del paso de Quiroga por su querido Chaco y que es un libro utilizado para leer en varias de las escuelas primarias de su provincia. "A su casa de San Ignacio en Misiones fui cinco veces, me hice amigo de su familia y leí toda su obra completa, no quiero ser vanidoso, pero creo que debo ser uno de los hombres que más sabe de la obra de Horacio Quiroga". Otro escritor que admira es al mexicano Juan Rulfo, de quién con fervor recomienda el libro "Pedro Páramo": "cada vez que lo leo encuentro algo nuevo".

Meloni dejó una huella muy grande en la poesía, 18 libros de poemas, coplas y haikus lo demuestran. Con una sorprendente humildad dice, "empecé a ser conocido por el primer libro que se llamó 'Tierra ceñida a mi costado', yo pienso que gustó ese nombre y por eso tuvo éxito". Confiesa que ahora cuando relee sus primeros escritos le dan ganas de corregirlos y que fue después cuando fue madurando su escritura, aunque también dice "Mi esposa, una mujer única, me decía que a ella le gustaba solamente mi primer libro porque era más espontáneo y bromeaba diciéndome que después me había convertido en un literato y que había perdido esa simpleza". 'Tierra ceñida a mi costado', se llamó uno de los discos de Argentino Luna, "ahí en donde está usted sentado estaba Argentino Luna, y le gustó el nombre del libro y me pidió autorización para utilizarlo como nombre a uno de sus discos, ¡y claro que sí!, a mi me servía, a él también".

Durante su periodo como periodista, Aledo, trabajó mucho tiempo como corrector, "los correctores leemos distinto a cualquier lector, somos lentos, porque leemos letra por letra, nos detenemos en cada palabra, por eso para leer libros soy más lento de lo común, en mi biblioteca tengo más de 3.000 libros, pero imagínese que a ese ritmo de lectura no puedo leerlos todos"

Esa vocación de corrector también la implementa con sus propias obras: "Cuando leo poemas viejos los corrijo, pienso porque no se me ocurrió tal o cual cosa en aquel momento, quizás le quita espontaneidad, pero tengo otra visión más amplia quizás ahora y siento corregirlos. Un amigo mío me dice que así los arruino"

A los 98 años, Aledo sigue escribiendo, "ahora tengo más tiempo, es más fácil escribir". Muchas de sus obras han sido musicalizadas y él se siente feliz de ello porque es una forma de llegar con el alma a muchas otras personas. Además confiesa su gusto por el folklore, de hecho, cuando dejó de trabajar tuvo que buscarse un pasatiempo y así fue como decidió comprar una quena y aprender el instrumento aunque dice: "soy muy malo tocando pero me divierto".

Aledo cumplirá 99 años el 1º de agosto, su vitalidad, su jocosidad y amabilidad lo mantienen joven, más allá de alguna molestia de salud que lo aqueja, "estoy bastante bien para la edad que tengo" bromea, se ríe. En reconocimiento a su labor en la zona, en General Pinedo bautizaron con su nombre un complejo deportivo y cultural, y una escuela de Fontana, sin dudas un homenaje merecido a un hombre que ha dejado importantes obras para la literatura chaqueña.

Por Pablo Piris

Entrevista con Carlos Aguirre: "Los temas de Orillania van contando mis preocupaciones"

Entrevista realizada virtualmente algún día del mes de mayo del 2012, yo desde San Fernando, "el Negro" desde Kyoto, Japón. Publicada un 11 de mayo de 2012 en "Raíces del Folklore"

Orillanía se llama el nuevo disco de el pianista y compositor entrerriano Carlos Aguirre. "El Negro" afirma que todas las composiciones que son parte de este trabajo están inspiradas en músicas que crecieron a la vera de mares o ríos y, que además, es una manera de traer a la conciencia aquellos orishas que vinieron a la fuerza a América pero que dejaron sus ritos, cosmovisión y costumbres. “Orillanía es una forma de decir somos todo eso: somos los pueblos originarios, somos los morenos y somos la inmigración europea”.

Siempre impregnado por la impronta de los ríos que marcan su procedencia, Carlos Aguirre lanza un nuevo álbum editado por su propia compañía Shagrada Medra. Orillanía es el nombre del disco, un neologismo que hace referencia a un continente de orillas. Desde este lugar, Aguirre aborda con una perspectiva Latinoamericana sus composiciones.

Este disco no surgió de un día para el otro, sino que ha sido un proceso que fue decantando poco a poco  “A comienzos de los 90 tuve la suerte de iniciar una etapa de mi vida que estuvo signada por repetidos viajes a países latinoamericanos. Fue por ese tiempo que, sin proponérmelo tan deliberadamente, me surgió la necesidad de componer en base a los ritmos que iba conociendo. Al cabo de 13 o 14 años se habían juntado un grupo de canciones y temas instrumentales que me pareció podían conformar el repertorio de un disco. En el año 2005 conté la idea a un grupo de amigos (en ese entonces estudiantes de la Universidad de Villa María) y ellos se ocuparon de interesar a dicha Universidad cuyo auspicio dio un gran empuje a la primera etapa de gestación de este trabajo.” En Orillanías resalta de alguna manera la influencia "negra" en Latinoamérica

- ¿Cree que, en general, desconocemos mucho de la influencia africana en nuestra cultura?
Esta es una de mis preocupaciones y consiste en el olvido sistemático de todo lo que nos constituye. Nos llenamos la boca con la palabra "crisol" y en la mayoría de los casos esto refiere a las diferentes inmigraciones europeas dando un escaso porcentaje en nuestro análisis a la presencia de los pueblos originarios y a la negritud. Basta con salir a la calle y ver en numerosas personas infinidad de rasgos afro, más allá de que sus rostros ya no tengan el color de origen. Esto nos habla de una etapa fundacional de nuestra existencia como pueblo.
Además, en la música es en uno de los aspectos donde más se hace manifiesto y eso debería ser motivo de orgullo en vez de motivo de olvido.

En el disco partcipan varios invitados, personas con las que a lo largo del tiempo se fue gestando un vínculo personal y musical; entre ellos están el uruguayo Hugo Fattoruso, Jorge Fandermole, Luis Salinas, Quique Sinesi, Quique Öesch o Antonio Arnedo; “A medida que fui recorriendo estos países fui conociendo las músicas de la mano de los hacedores y naturalmente surgieron vínculos que para mi dieron lugar a un mapa de maestros-amigos de la música y la vida” dice el Negro Aguirre y continúa : “cuando terminé de conformar el repertorio que iría a grabarse ya imaginaba que voces o que intervenciones instrumentales harían más lindas las canciones. Fue así que a medida que íbamos grabando el disco los iba convocando. Y ellos felizmente se brindaron con una actitud muy generosa de la cual estoy muy agradecido y especialmente conmovido.

- En otras entrevistas afirma que "la música es comunicar" ¿Cuáles son las ideas principales que intenta comunicar a través de Orillania?
Los temas van contando mis "preocupaciones". Ellas rondan por algunos descuidos de los diferentes gobiernos que tenemos y hemos tenido en relación al lugar que habitamos, el medio ambiente visto como una integralidad (sic) de todo lo que allí vive, es decir, los seres vivos y todo lo que conforma una entidad cultural. El folclore de cada lugar conformado por ese sistema de creencias y comovisiones que alimentan el imaginario popular.

- ¿Qué particularidades tiene "Orillanía" con respecto a sus trabajos anteriores? ¿qué lo hace diferente?
En los discos anteriores la mayoría de lo que suena ha sido pautado minuciosamente y en este disco quise provocar la convivencia de aspectos muy pautados con otros espontáneos. Una trama extremadamente ordenada y otra caótica. Este último fue el lugar que ocuparon algunos instrumentistas que fueron convocados sabiendo de su capacidad de improvisar y a través de ello generar otra espacialidad poniendo cada canción en un paisaje sonoro diferente al que le dio origen.
Es un disco también más extrovertido que los anteriores y en eso tienen que ver los ritmos en base a los que están hechas las diferentes composiciones y la presencia de tambores y algunos instrumentos electrónicos.

El arte del disco no es accesorio, sino que conforma la integridad de esta obra, y por ejemplo en la tapa, el dibujo muestra como los continentes se extienden en manos sobre las aguas y se van entrelazando. Dentro del disco está el famoso “librito o guía” como muchos lo llaman, en el cual Carlos Aguirre además de incorporar la ficha técnica y las letras, ha decidido contar brevemente el por qué de cada canción: “Me gusta mucho la posibilidad de compartir una pequeña intimidad con quien lo va a escuchar. Es como sumar un pasajero para viajar juntos por los confines de la música. Siempre que puedo, tanto en los discos como en los recitales, me gusta contar algo sobre la gestación de cada canción.” Justamente allí, uno de los nombres que más se reiteran es el del pianista Walter Heinze.

- En la pequeña guía que hay dentro del disco lo nombra varias veces: ¿Qué importancia tiene Walter Heinze en su formación y su carrera?
Conocí a Walter en la Escuela de Música y Arte Escénico donde tuve la suerte de estudiar con él guitarra como instrumento complementario. Se gestó una relación tal que pasé a considerarlo un hermano mayor a la hora de muchas decisiones de mi vida. Recuerdo largas charlas y caminatas habitadas por nombres de poetas, libros, compositores, intérpretes pero por sobre todo por la búsqueda del sentido por el que transitamos esta vida y el cómo a la hora de volcarlo en la música.

- Hablando de poetas y libros, usted es uno de los músicos que más se ha acercado a la literatura ¿Qué importancia tiene este campo en su vida y en su creación?
La canción me ha atrapado desde hace muchos años. Cuando era adolescente comencé acompañando cantantes y desde allí teniendo una estrecha relación con la importancia del texto en la canción. Siento en esa forma de expresión un complemento maravilloso ya que hay sentires que sólo la música puede narrar con extremada nitidez y adonde ya no alcanza es el territorio de la palabra.
Trato de escribir como forma de estar despierto, de poder vivir este tiempo y trato de leer buscando en los escritores puntos de vista que me ayuden a profundizar mi "mirar".
Por eso, entre los “elegidos” de este trabajo tal vez este Otilio Galíndez en “Pueblos tristes”, “con apenas algunos trazos (…) pinta como pocos los rasgos de una Latinoamerica profunda y doliente. Pero su poesía es capaz de tornar mágicamente el dolor en belleza”; o a Livia Vives en “Peces de luz” y “El hechizo de tu nombre”; o dedicarle “El diminuto Juan” (de él y Fandermole) al poeta Juan L. Ortiz: “Juanele”.

- Como compositor ¿Qué temas son los que lo inspiran o los que nota que son más recurrentes a la hora de idear una obra nueva?
Siempre trato de hacerme zancadillas a la hora de iniciar un nuevo proceso de composición buscando con este mecanismo no reincidir. Inicio cantando una melodía mientras me acompaño con la guitarra, otras veces comienzo a tocar un tambor y de allí surge una palabra rítmica, otras me siento al piano y me dejo tocar vagamente, en fin, trato que los abordajes sean múltiples para que sean múltiples también los resultados.

- ¿Cómo ve la realidad cultural en Argentina y en Latinoamérica?
Tengo la suerte de recorrer el país muy frecuentemente y en cada intersticio del mapa voy encontrando hacedores de arte que me sorprenden y me conmueven.
Esa certeza de que hay muchas personas pensando y gestando cosas maravillosas me acompaña llenándome de esperanza.
Por otra parte siento que muchas de estas personas no están contenidas debidamente por gestiones cómplices de un verdadero desarrollo cultural. En ese aspecto creo que hay mucho por trabajar.
En el resto de Latinoamérica es prácticamente la misma realidad salvo momentos particulares o leyes como el caso de la ley de mecenazgo que funciona en Brasil.
En lo que a oferta se refiere podríamos decir que es un continente vastísimo y diverso, como una gran usina de gestación de arte desde lo popular a lo académico. 

Por Pablo Piris